Sesgo cognitivo |
Un sesgo cognitivo es un efecto psicológico que produce una desviación en el procesamiento mental, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica, o lo que se llama en términos generales irracionalidad, que se da sobre la base de la interpretación de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.[3] Los sesgos sociales se denominan generalmente sesgos atribucionales y afectan a nuestras interacciones sociales de cada día, también están presentes en la probabilidad y toma de decisiones. Ante un estado de confusión, es importante precisar y destacar los mecanismos netamente cognitivos de los intelectivos ya que estos últimos corresponden en la intuición a sesgos preceptivos conocidos comúnmente como falacias.
La existencia de sesgos cognitivos surge como necesidad evolutiva para la emisión inmediata de juicios que utiliza nuestro cerebro para asumir una posición rápida ante ciertos estímulos, problemas o situaciones, que debido a la incapacidad de procesar toda la información disponible se filtra de forma selectiva o subjetiva.[5]
La
El sesgo cognitivo surge de diversos procesos que a veces son difíciles de distinguir. Estos incluyen procesamiento de la información mediante atajos (heurística),[8]
La noción de sesgo cognitivo fue introducida por
Tanto ellos como otros investigadores demostraron la existencia de varios patrones de situaciones en que los juicios y decisiones humanas diferían de lo predecible según la
Estos experimentos se extendieron más allá de los programas de investigación ligados a la psicología académica hacia otras disciplinas como la medicina y la ciencia política.[12] Todas estas investigaciones condujeron a Tversky y Kahneman al desarrollo de la
Los críticos de Kahneman y Tversky, como Gerd Gigerenzer, argumentan que la heurística no debe llevarnos a definir el pensamiento humano como plagado de sesgos cognitivos irracionales, sino más bien concebir la racionalidad como un instrumento de adaptación que no se ajusta idénticamente a las reglas de la lógica formal o de la probabilidad.[13] Algunos investigadores posteriores, tales como David Funder y Joachim Krueger han sugerido la posibilidad de ver los prejuicios cognitivos no como errores, sino como atajos empleados por los humanos a la hora de predecir y tomar decisiones, sobre todo cuando no hay mucha información.