Primeros años
Nació en la Calle Aromito, hoy Jirón Sechura, en el distrito del Rímac. De cuna sumamente humilde, tanto su infancia como su juventud estuvieron marcadas por el dolor y las desventuras. Fue hija de don Tobías Sarcínes y de doña Lucila Reyes, una modesta lavandera. A Lucha se sumaron otros quince hermanos, todos de la unión Sarcines-Reyes. En 1942, tuvo los primeros golpes de su vida: la muerte de su padre Don Tobías, y la llegada de un nuevo hombre en la vida de su madre, el cual lejos de cumplir un rol paterno: la maltrataba física y psicológicamente. Tiempo después, un incendio, originado por un lamparín que iluminaba su vivienda, hizo que la familia se trasladara a los Barrios Altos, una zona limeña caracterizada por ser la Cuna del Criollismo, vena fiel de Felipe Pinglo Alva, Pedro Espinel, Samuel Joya, entre tantos otros.
A pesar de los sinsabores, Lucha tuvo en el canto una fuente de realización. Ella cantaba y lo hacía con emoción y sentimiento, que la llevaron a la fama. Debido a la agudización de los problemas económicos, su familia tomó otra decisión que dejará huella en su vida: su envío al Convento de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor, a cargo de Religiosas Franciscanas. Ellas la formaron hasta el tercer grado de primaria y le inculcaron valores que la caracterizarían posteriormente: su proximidad con los humildes y su visión de la vida desde un punto humano. Años más tarde, contrae matrimonio civil con Jorge Henry Casquero, sargento de la Guardia Civil, relación que estuvo marcada por la violencia y duró corto tiempo, dejando en ella, otra vez, la amargura de un hogar infeliz. Pasado el tiempo, tuvo una segunda relación de la cual no se tiene información alguna; sin embargo tampoco en ella fue feliz. En medio de penurias y dolor, Lucha concibe en 1952 a su primer hijo Humberto Cueto Sarcines, y en 1953 a Alejandro Cueto Sarcines, inclusive cuando sus hijos ya eran grandes, llegó a criar a una niña llamada Beatriz Rivera, esto lo hizo hasta el final de sus días.