Análisis científico de las Huellas
Las huellas fueron descubiertas accidentalmente en 1874 por los obreros de una construcción aledaña. El doctor estadounidense y coleccionista de objetos arqueológicos Earl Flint llamó la atención de la comunidad científica internacional y los medios en 1884.[5]
El Instituto Carnegie de Washington inició las primeras excavaciones y el análisis científico por el arqueólogo estadounidense Francis B. Richardson en 1941, por el geólogo Howell Williams de la Universidad de California en 1942 y levantó un museo y una edificación para proteger las huellas.[6]
La labor fue continuada por Joaquín Matilló, Alan L. Bryan y Jorge Espinoza en los años 60 y 70. Alan L. Bryan, de la Universidad de Alberta fechó la arena situada directamente bajo las huellas mediante datación por radiocarbono a 6000 años de antigüedad, con un margen de error de 145 años.
Basándose en esa fecha, estimó que las huellas habían sido grabadas en el 3000 a. C.. Sin embargo, dataciones posteriores de los depósitos volcánicos conocidos como la «triple capa Masaya», en los que se grabaron las huellas, demostraron que estas tienen solamente 2120 años (± 120) de antigüedad (entre el 232 y el 8 a. C.).[8]
Muestras de estas huellas pueden apreciarse en el Museo Peabody de Arqueología y Etnología (en la Universidad de Harvard) y en el Museo Nacional de Estados Unidos.[9]
Huellas humanas y de animales.