El efecto Baldwin y la herencia lamarckista
En 1896 Baldwin propuso que el aprendizaje individual puede explicar fenómenos evolutivos que parecen apoyar la herencia Lamarckiana. Baldwin concibió lo que llamó herencia orgánica como una reconciliación entre las evoluciones lamarckista y darwinista: la habilidad de los individuos para aprender puede guiar los procesos evolutivos, facilitando la evolución, puliendo el paisaje adaptativo. Baldwin propuso que las habilidades que inicialmente requieren el aprendizaje son finalmente reemplazadas por la evolución de sistemas genéticamente determinados que no requieren aprendizaje. Así, los comportamientos aprendidos pueden hacerse instintivos en generaciones subsiguientes sin invocar la desacreditada herencia lamarckiana, pues, a diferencia de esta, no implica la transferencia directa de habilidades aprendidas de generación en generación.