En la teología cristiana, se llama don de lenguas a una facultad milagrosa concedida por el Espíritu Santo a una persona,[1] y que corresponde a la capacidad de hablar múltiples idiomas que dicha persona desconoce.
Los cristianos justifican la existencia de este don amparados en la Biblia. Según ella, esta facultad sería transmitida mediante el Espíritu Santo.[3]