En el Imperio romano el año fue nombrado como "el año tras el consulado de Augusto y Équito" o, menos comúnmente, como el 1128 Ab urbe condita, siendo su denominación como 375 posterior, de la Edad Media, al establecerse el Anno Domini.
Los cristianos de Egipto habían acordado que Cristo naciera el 6 de enero, pero la Iglesia de Roma acordó que ese día no era el de la Navidad (nacimiento), sino el de la Epifanía (manifestación), e impuso esa fecha en toda la cristiandad, incluyendo las iglesias orientales, aunque la de Antioquía no lo aceptó hasta el año 375.
En este año se canoniza (se deja finalmente establecido) el Nuevo testamento entero tal como se lo conoce en la actualidad. El Antiguo testamento se había canonizado previamente varios siglos antes de la época de Jesucristo.
El santo húngaro Martín de Tours (316-397) profetizó que el mundo se acabaría entre este año y el 400: «No hay duda de que el Anticristo ya ha nacido. Aunque ya está firmemente establecido en sus primeros años, después de llegar a la madurez alcanzará el poder supremo».[1]